A inicios de los años 1950 naciĂł un movimiento arquitectĂłnico que se enfrentĂł a los paradigmas estĂ©ticos de la arquitectura hasta el momento, un movimiento radical que buscaba el funcionalismo en detrimento de la belleza, resultado de las utopĂas sociales que los años de posguerra dejaban: el brutalismo.Â
Nacido del tĂ©rmino bĂ©ton brut (hormigĂłn crudo), convertido a brutalism por arquitectos ingleses, y traducido a brutalismo en español, este estilo y pensamiento arquitectĂłnico busca utilizar materiales en su estado mĂĄs puro, sin recubrimientos, detalles o adornos, busca la dureza de las lĂneas y formas geomĂ©tricas. Los materiales pueden ser de los mĂĄs diversos, incluyendo vidrio, metal, madera, ladrillos, etc. Sin embargo, la predilecciĂłn siempre fue por el material que le dio el nombre: el hormigĂłn crudo. Y es este material el primero que se asocia (a veces Ășnicamente) al estilo. Â
«La noche es sublime, el dĂa es bello. En la calma de la noche estival, cuando la luz temblorosa de las estrellas atraviesa las sombras pardas y la luna solitaria se halla en el horizonte, las naturalezas que posean un sentimiento de lo sublime serĂĄn poco a poco arrastradas a sensaciones de amistad, de desprecio del mundo y de eternidad. El brillante dĂa infunde una activa diligencia y un sentimiento de alegrĂa. Lo sublime, conmueve; lo bello, encanta. La expresiĂłn del hombre, dominado por el sentimiento de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada. Lo sublime presenta a su vez diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o tambiĂ©n melancolĂa, en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de belleza extendida sobre una disposiciĂłn general sublime. A lo primero denomino lo sublime terrorĂfico, a lo segundo lo noble, y a lo Ășltimo lo magnĂfico. Una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorĂfica.»
Contextualizando esto para el movimiento brutalista, se entiende que los sentimientos que generan en primera instancia estos edificios duros, brutos, agresivos y hostiles son sublimes, pero no sublimes nobles o magnĂficos, sino sublimes terrorĂficos. En el pasado estos sentimientos ya se habĂan asociado a otro estilo arquitectĂłnico, el gĂłtico. En el gĂłtico el objetivo de causar estos sentimientos en los fieles era su total sumisiĂłn frente a la iglesia y a Dios, al encontrarse diminutos en la casa del señor. En el brutalismo funciona como una forma de ingenierĂa social, donde los transeĂșntes y residentes se sienten sometidos bajo una autoridad mayor, una autoridad imponente. En el caso de PerĂș, la mayorĂa de edificios brutalistas se construyeron en la Ă©poca del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, una dictadura militar que los utilizaba para reafirmar su poder sobre la poblaciĂłn.
El trabajo que presento tiene como finalidad apreciar la belleza que estos edificios, despojados de todos los detalles que en antaño hicieron de la arquitectura un arte que nos llenara de sentimientos bellos, tienen. De estos edificios monocromĂĄticos, violentos, atentados a la ciudad y al arte, o, al menos, eso son para ojos que no se detienen a apreciarlos lo suficiente. Aprovecho las texturas, los puntos de fuga y la simetrĂa que otorga la geometrĂa para ver esta belleza oculta a simple vista bajo el cielo gris y el concreto desgastado por la erosiĂłn y la humedad; por la poluciĂłn y el ruido, por la vida acelerada que nos hace estar en un constante movimiento sin poder apreciar lo que la ciudad tiene por ofrecer, lo poco que tiene para ofrecer. Y en Lima, poder apreciar la belleza es un privilegio que no todos tienen.